Cuando una empresa o persona física atraviesa ciertas dificultades para abonar los intereses de la deuda contraída o necesita incrementar la caja disponible, puede optar por la refinanciación, volviendo a financiar dicha deuda a través de un nuevo préstamo que cancele el anterior y ganando flexibilidad al disminuir el pago de la cuota periódica.
Por tanto, con esta opción conseguimos mejorar las condiciones iniciales de la deuda existente, reduciendo la carga de intereses a pagar cada mes y facilitando el pago del principal, pudiéndose pagar las cuotas más cómodamente e incrementando la liquidez disponible para cubrir otras necesidades.
En cambio, si se opta por la reestructuración, se negociaría la modificación del contrato de préstamo u otro instrumento de financiación existente, con el objetivo de alargar la fecha de vencimiento del pago del principal o para modificar las frecuencias de los pagos de intereses.
La reestructuración suele ir asociada a situaciones de tensión de tesorería a corto plazo, por tanto, llegados a esta situación, se tiene que evaluar los aspectos financieros, estratégicos y operativos del negocio, sin olvidar las cuestiones e implicaciones legales y fiscales que se deben tener en cuenta en este tipo de procesos.
La metodología para ambas propuestas pasaría por diferentes fases, desde el diagnóstico inicial de la viabilidad del proyecto, hasta la estrategia de financiación, con las mejores ofertas de las entidades de crédito, y ejecución de la misma, y su posterior seguimiento periódico.